Esta tarde lluviosa y fría de noviembre decidí perderme entre los castañales del bosque,sentía la necesidad de respirar aire fresco, de estar sola y de que el sonido del aire que se colaba entre sus ramas me transmitiera serenidad .Hay momentos del día que te sientes desbordada, que parece que todo te supera ,que le das a las cosas demasiada importancia ,que estás decidida a dejarte vencer .Es entonces cuando necesito despejarme y es en ese paseo,donde mis bosques asturianos se convierten en mi complice.Llueve y con cada gota que cae sobre mi se van disipando algunos de mis problemas , tal vez no se vayan, pero siento como si perdieran fuerza.Sólo escucho mis pasos sobre el lecho de hojas caídas ,mi respiración poco a poco se va haciendo casi imperceptible porque las ramas , las hojas de esos castañales ,vienen en mi ayuda y dejan en el aire una melodía que hace que me olvide de todo.Siento el frió sobre mi cara , como duele casi respirar .Pero con cada inspiración , con cada espiración, me voy sintiendo mejor , más libre , más ligera .Ya no hay esa congoja que hacía que no pudieras disimular el llanto,un llanto ahogado porque nadie mas que tú quieres que note que no eres tan fuerte , ya lo único que oprime mi pecho es el cansancio del paseo.Y cuando ya salgo del recogimiento que me brindaba el bosque me siento mejor. Siguen estando ahí muchos de esos problemas pero me siento más reconfortada , más fuerte y sobre todo capaz de decirles: !No , esta vez no habéis podido conmigo!
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