Mis lágrimas
son tus lágrimas, tu dolor lo hago mío si así te puedo liberar un poco de tan
pesada carga. No estás nunca sola, tienes aquí mi mano tendida. Si tú caes,
agárrala con fuerza. No puedo evitar tu caída pero te puedo ayudar a levantarte.
Puedo caminar a tu lado sosteniéndola, reconfortándote, haciéndote entender que
estoy aquí como no podía ser de otra manera.
Y con
una sencilla mirada de complicidad te demostraré que se bien
de lo que hablas, que se bien lo que en estos momentos estás sintiendo. Porque
hay silencios que valen más que mil palabras. Y andaremos juntas este trayecto,
vamos a compartirlo para que se te haga un poco más fácil el camino. Pasaremos
juntas los miedos, las alegrías, las dudas, la furia. Y recuerda que aquí estoy
yo, siempre una y otra vez, como siempre.
Y aquí seguimos estando, junto al paso del tiempo que juega con nosotras. Y aquí seguiremos. En silencio si es necesario. Y todo seguirá...
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